LAS REGLAS DE LA SUPERVIVENCIA
CAPÍTULO 1
Estamos en
Siria en el año 2013.
La historia
que leeréis a continuación será la de un niño llamado Juan.
Una familia
se mudó a Siria cuando nació Juan con el fin de pasar tranquilidad. Pero todos
sabemos que empezaron las guerras, y eso es un gran . Esa familia se quiere ir
de ahí, pero no pueden porque están situados en la zona más peligrosa y ni
siquiera pueden salir de casa cuando quieren, lo hacen como una vez a la semana
o para cosas muy importantes.
Con esto de
las guerras Juan no aprende casi nada y cree cosas ilógicas, por ejemplo, cree
que las pistolas disparan caramelos y entonces él quiere que le disparen. Por
esta razón no le fue muy difícil explicarle a Juan que habían matado a su
madre. Ocurrió hace unas horas; iba a llamar a una amiga siria para que la
ayudara con los preparativos de la quinta fiesta de cumpleaños de Juan cuando
vino un hombre por detrás y la mató de tres tiros. El padre de Juan lloró un
buen rato aunque sabía que no podía hacer nada llorando, y cuando terminó de
llorar se fue a hablar con Juan:
-Juan, han
disparado a tu madre (dijo haciendo un brutal esfuerzo de contener las lágrimas).
-¡Qué
morro!, yo también quiero que me disparen, me gustan los caramelos.
-Pero el
caso es que no podrá venir a tu fiesta de cumpleaños.
-¿Por qué?
-Porque el
caramelo era tan grande que tardará mucho en comer.
-Pues me
voy a verla; a lo mejor me da un poco de su caramelo gigante.
-¡No, solo
tienes 5 años recien cumplidos y...
De nada le
sirvió al padre hablar, porque cuando se quiso dar cuenta ya se había ido. Pero
Juan no sabía ni donde estaba su madre e iría a andar al azar y las
probabilidades de que muriera serían muy altas. Así que el padre de Juan se
puso en marcha a buscarlo.
Pero fue
una tragedia más, por los nervios se metió donde no era y murió por dos
disparos en la cabeza. Quizás le había pasado lo mismo al pequeño Juan, pero
era algo muy difícil, y Juan no sabe cuales son las reglas de la supervivencia,
y fuera morirá, pero su padre no podía hacer nada, porque estaba muerto, ni su madre; los únicos parientes
estaban en Madrid.
Juan no
había muerto, estaba correteando por ahí y se adentró en un bosque. El bosque
tenía un camino por donde Juan andaba. Anduvo mucho hasta que se encontró una
flecha que indicaba a la derecha. Pero Juan no sabía leer, así que pensó que
como la flecha indica hacia la derecha, cambió de dirección. Caminó muy poco,
porque se encontró una valla que le impedía el paso. Pero a su izquierda
descubrió un hueco oculto por donde apenas cabía él, no parecía que nadie
hubiera pasado por ahí. Cuando entró se encontró unas cuantas plantas espinosas
con las que se picó un poco, y después una cueva.
CAPÍTULO 2
La cueva no
era muy oscura, por lo que Juan no tuvo su único miedo: la oscuridad. Se
encontraba en una cueva que era estrecha
y baja, pero lo suficiente para que Juan pudiera pasar. Cuando Juan tenía sed
podía beber de un pequeño riachuelo que tenía a su derecha. Camino descendiendo
a paso ligero durante más o menos una hora y cuarto. Al fin salió se la cueva y
se encontró en terreno llano a su alrededor y a continuación muchos árboles
tropicales; estaba en una selva. Como en aquel día ya habían pasado muchas
cosas Juan se tumbó al suelo y se durmió. Soñó lo que él creía que pasaba: que
le pasaba. que todo esto era un juego que le habían regalado sus padres.
Juan se
despertó con un rugido. Apareció un león, pero Juan no sabía lo que era un
gritó:
¡Un
perrito!
Como creía
que el león era un perro se abalanzó sobre él y se montó encima del león. El
león se movía bruscamente para intentar tirarlo, pero no lo conseguía, Juan
creía que estaba en una atraccion de feria. Como el león ya no sabía qué hacer
se puso a correr por la selva. Ya era de noche y Juan se durmió sentado en el
lomo del león, pero no tuvo ningún sueño. Cuando se despertó estaba al lado del
león. El león tenía mucha hambre y se quería comer al niño, pero un antílope lo
salvó la vida. El león se abalanzó sobre el antílope y se lo comió. Luego Juan
quiso imitar al león y empezó a comer del antílope los restos que quedaban.
Parecía que el león lo quería como a su propio hijo. Quizás si que se sabía las
reglas de la supervivencia, no como había pensado su padre antes de morir.
Después se limpió la sangre del antílope que tenía en la cara con el agua del
lago y se subió al león. Parecía que el león podía leer la mente, porque se
levantó y se puso a andar, justo como quería Juan.
El león
andaba a paso ligero por la selva. A veces Juan veía otros animales como
serpientes, tarántulas o cosas así y alargaba la mano para tocarlas; pero el
león se apartaba como si pudiera intuir lo que pasaría.
Se hizo de
noche y el león se detuvo debajo de un árbol. Se durmieron Juan y el león en
seguida.
A la mañana
siguiente cuando Juan se despertó, ya estaba montado en el león y este estaba
andando a paso ligero. Como Juan tenía hambre le dio una patada el el culo al
león y éste paró. Justo donde pararon había un antílope muerto que parecía que
se había chocado contra un árbol.
Comieron mucho los dos y reanudaron la marcha. Se pararon más adelante
delante de un lago para beber agua. Después el león anduvo a paso ligero con
Juan a su espalda otra vez hasta primeras horas de la tarde. Ya era más o menos
la seis y media de la tarde cuando el
león se paró en frente de una casa de madera.
CAPÍTULO 3
La casa era
grande para ser de madera y no parecía estar abandonada. En aquella casa
tendría que vivir alguien muy ordenado. El león se tumbó en el suelo con un
pequeño gruñido. Un señor salió por una gran puerta que había en la parte
delantera de la casa y dijo:
¡Samson!,
¿Qué me has traído?, ¿un niño?. ¡Buen chico!, ¡y no te lo has comido!, ¡estoy
muy orgulloso de ti!
-Eres una
amiga de mamá?
-No,
soy habitante de las Tierras tropicales.
-¿Qué es
eso?
-Si no lo
sabes, ¿de dónde has venido?
Juan le
contó a aquel habitante de las Tierras Tropicales lo que había pasado.
El señor
que vivía en aquella casa lo acogió y Juan vivió allí durante años. Aprendió
las costumbres de aquellas tierras y muchas más cosas. Supo que su madre y su
padre estaban muertos, y que las pistolas no disparaban caramelos.
También
supo que él vivía en un planeta llamado Tierra y que ahora estaba en el manto.
Supo que los habitantes de las Tierras Tropicales habían hecho un truco para
que los humanos de arriba no los descubrieran. Supo que no podía haber sido más
valiente y que había jugado mucho con su vida. También descubrió que era el
primer humano que había entrado en aquellas tierras. Pero todo eso no lo había
descubierto él, porque se lo habían contado y además lo sabía mucha gente.
Lo que sí
que había descubierto el y no sabían ni
los de esa tierra era que había un agujero en el mundo exterior que conectaba
los dos mundos que estaban en un mismo planeta. También descubrió que su cielo
era un mar que conectaba con el planeta Tierra. También les contó que los
humanos no eran mitos.
Entre todos
se formaron lecciones para todos.
Pero no
podía entrar nadie en esa tierra sobre todo si no era el tipo de humano que
vivía en ella.
Juan ya
tenía diez años y a los veinte le iban a dar una misión a cerrar el agujero que
conectaba aquellas tierras.
Pero
todavía no tenía diez años,los cumplía mañana.
Como ya
tenía todos los conocimientos de esas tierras, mañana en vez de celebrar un
décimo aniversario, se haría una ceremonia para nombrar a un habitante de la
tierra exterior oficialmente habitante
de las Tierras Tropicales.
CAPÍTULO 4
Juan se fue
a una cama hecha a base de hojas donde se dormía fatal, pero no dijo al día
siguiente como había dormido porque no quería quedar como un maleducado.
Estaba rodeado
de gente vestido solo con una rara túnica. La gente miraba atentamente a Juan y
él sentía vergüenza; y además le hubiera gustado llevar algo más de ropa. Aún
que le habían enseñado el idioma que le iban hablar cuando se hiciera la
ceremonia, Juan no entendió casi nada. Se tiró de pie horas esperando a que
todo acabara mientras que miles de personas lo contemplaran.
De pronto
se pronunciaron unas palabras en español:
Que ni se
te ocurra bajo ningún concepto cruzar la llamada puerta Nucliodeilmol os tendrás
una condena de muerte. Con estas
palabras se acabó la ceremonia y todos se fueron a dormir.
Mientras
tanto en el mundo exterior:
Un
hombre encontró las huellas de un niño y
las siguió. Llegó hasta un sitio donde ponía que estaba prohibido entrar bajo
ningún concepto, pero las huellas seguían. La curiosidad pudo con él y se
adentró para seguir las huellas. Esas huellas parecían que eran de hace años.
Se encontró una valla y se tuvo que parar. Pero las huellas seguían hacia la
derecha. Se dio cuenta que las huellas eran muy pequeñas, por lo que eran de un
niño. Aquel señor era arqueólogo y por eso pudo saber que las huellas eran de hace
unos cinco años. Pero en ese tiempo había una gran guerra y era imposible que
un niño tan pequeño hubiera podido llegar hasta allí. Llamó a la policía que
llegó en seguida. Inmediatamente se metieron por aquel agujero y entraron a una
cueva. Los policías que bajaban por esa cueva eran expertos y estaban muy
equipados. Andaron un buen rato hasta que salieron de la cueva. Tenían que
tener linternas porque era por la noche. Al salir de la cueva era de noche y
estaba lloviendo. Vieron unas huellas de n león. Las siguieron. Llamaron al exterior y les contaron que estaban divisando. Ni ellos se lo podían
creer. Siguieron las huellas del león durante una bonita selva tropical. Se hizo
de día y descansaron. Cuando se despertaron entraron muchos más agentes de policía
a aquellas tierras hasta que los alcanzaron. Tenían coches. Con los coches se
pusieron a avanzar por la selva. Perdieron las huellas del león. Estuvieron
conduciendo por la selva sin saber a donde iban hasta que volvieron a encontrar
más huellas de león, pero estas parecían muy recientes. Las siguieron hasta
llegar a un gran león. El león se echó a correr. Mientras el león corría los de
la policía lo perseguían. Hasta que dejaron de verlo. Pero todavía quedaban las
huellas. Condujeron tras las huellas durante un buen rato.
El león
llegó a una casa de madera jadeando estresado y salió un señor de la casa y le
preguntó al león: -¿qué pasa?
De repente
llegaron a la casa de madera todos los policías que habían seguido el rastro
del león. Pararon los coches y se bajaron. El señor que vivía en la casa de
madera los miró aterrorizado.
Mientras
los soldados de la policía siguieron andando hacia él. El señor de la casa de
madera mandó al león para atacar. Pero este se había dormido porque estaba muy
cansado de todo lo que había corrido. El hombre caminó hacia atrás y se metió
en la casa de madera. Mientras los policías seguían andando firmes en dirección
hacia la casa.
Había
silencio total. El león también se asustó un poco y decidió entrar a la casa
por si acaso. El que vivía en la casa cerró la puerta con llave y todas las
ventanas. Pensaba que los policías iban a ir corriendo a destruirla casa pero
seguían andando a paso firme y lento hacia esa casa de madera tan peculiar en
la que se hallaba dentro un hombre muy raro y un león. Siguieron andando
lentamente hacia la casa. Ya habían llegado casi a la casa; estaban en frente.
El policía que estaba más cerca de la puerta alargó una mano y pulsó el timbre
que había en la casa.
CAPÍTULO 5
La primera
vez que llamaron a la puerta no abrió nadie. Entonces el señor de la casa de
madera supo
que esos
hombres venían con buenas intenciones, así que abrió la puerta. Se sospechaba
ya en la cabeza de el señor que estaba en la casa de madera que la culpa de que
aquellos hombres del exterior habían venido del exterior. El señor de la casa
de madera reunió a todos los habitantes de las Tierras Tropicales junto a los
policías. Ahí estaban todos. Creían que Juan los había traicionado. Discutieron
durante horas y horas, cada vez estaban más furiosos con Juan y con ellos
mismos. Cada vez discutían más, luego más, hasta que llegó un punto donde
empezaron a usar la violencia. Juan intentaba parar todo el alboroto pero era
en vano, así que se escondió detrás de un árbol. Cuando miraba de reojo vio que
ya se empezaban a dar puñetazos. Un hombre cogió un flecha envenenada y se la
lanzó a otro; un hombre cayó muerto al suelo. Cada vez eran más brutos. En el
suelo empezaba a encontrarse sangre. Estuvieron peleándose hasta que morían,
después seguían peleando más y más. Juan ya comprendía que los líquidos de
color rojo que salían de las personas cuando una flecha penetraba en ellos no
era salsa de fresa, sino sangre. Juan se escondió en un rincón y se puso a
llorar. Estaba empezando una guerra; y era contra el. Un señor se salió del
campo de batalla y se fue a donde estaba escondido Juan. Pero una flecha le
atravesó dejándolo muerto delante de Juan. Unos cuantos hombres corrieron
detrás de Juan para matarlo. Juan estaba tan asustado que no sabía qué hacer.
Estaba corriendo lo más que podía con unos hombretones armados con puñales que
le pisaban los talones. Juan se fue por el
camino contrario al que estaban y sacó ventaja a los hombres que lo
perseguían. Después se escondió en unos arbustos con fin de que no lo
encontraran y lo mataran. Los hombres armados con puñales estuvieron buscando
durante un buen rato, pero a la hora se cansaron y se volvieron al campo de
batalla. Juan permaneció un poco más de tiempo escondido hasta que se fue
sigilosamente al campo de batalla. Ahí observaba como todo el panorama seguía
igual. Sentía dolor en los ojos de ver tanto sufrimiento. Estaba aterrorizado.
El solo era un niño, y no podía hacer nada para parar una guerra entre dos
mundos. Para estos casos, a veces se preguntaba una cosa:
¿Cómo es
que recordaba lo que le decía su padre cuando sólo tenía diez años?. Su padre
le decía que de mayor seguramente que tendría que usar las reglas de la
supervivencia, pero no sabía que se
refería.
Siguió
contemplando como la guerra era cada vez más sangrienta y mortal. Seguía
escondiéndose como cada vez la guerra se hacía más dolorosa, a veces, cuando se
levantaba un momento para mirar de reojo, alguna flecha se le clavaba en un
brazo. Se llevó las manos a sus piernas y brazos, descubrió sangre. Se quitó
con su propia mano todas las flechas que tenia clavas:
Dos en el
brazo derecho, una en el brazo izquierdo, una en la pierna derecha y una en la
pierna izquierda.
No podía ya
ni mirar, sólo oía gritos y más gritos. A veces, también escuchaba ruidos de
como estrangulaban a alguien. Muy pocas veces saltaban gotitas de sangre sobre
él.Cuando se cambia de escondite, Juan iba a rastras, si no moriría. Juan llegó
hasta detrás de un tronco donde había un charco. Se mojó las heridas que le
habían hecho las flechas y pensó:
-Por lo
menos estoy vivo.
Pero se dio
cuenta de un de un detalle:
Las flechas
estaban envenenadas, así que moriría en menos de un día.
Como le
entró sed, bebió un poco de agua del charco que había detrás del tronco.
Después miró asomando la cabeza por el tronco cruzando los dedos con una mínima
esperanza de que todo hubiera acabado; pero el desastre sólo aumentaba. Después
pellizcó su cara por si todo era un sueño. Pero no lo era. Volvió a asomarse
por el tronco y seguía viendo sangre por todos lados. Entonces se preguntó qué
sentido tenía ahora vivir. Un hombre lo vio asomarse, pero un flechazo lo
atravesó por detrás. El estaba tumbado detrás del tronco preguntándose cuánto
tiempo más sobreviviría. Seguía detrás del tronco inmóvil muy tenso, pero se
empezaba ya a aburrir. Al poco rato vio detrás de él una tarántula. Se dio tal
susto que dio un brinco y quedó de pie. En ese momento ya sabía que había
llegado su hora. Estaba expuesto a un montón de personas que lo querían matar.
CAPÍTULO 6
Una flecha
se clavó justo en el ombligo de Juan, y esta cayó al suelo. Una gotita de
sangre bajó por su tripa. Juan sabía que no le quedaban más que minutos de
vida. Pero una rara teoría se pasó por su cabeza:
¿Y si la
vida le podía dar otra oportunidad de vivir?
En ese
instante dejó de sentir dolor y se sintió más fuerte que nunca. Se quitó la
camiseta y se envolvió la herida con la hoja de un árbol. Se fue corriendo
alejándose de la guerra. Le daba exactamente igual que algunas flechas se
clavaron en sus brazos. Se fue corriendo hasta que se encontró a Samson, el
león que había visto nada más entrar en las Tierras Tropicales. En aquel
momento entendía que ese león estaba allí para algo, y sabía que tenía que
ayudar a Juan. Juan se montó encima del león. No hizo falta preguntar a donde
íbamos a ir, porque los dos sabíamos que la respuesta era aquel lugar tan
prohibido llamado Nucliodeilmol. Samson corrió a toda velocidad hasta llegar a
un sitio donde ponía Nucliodeilmol. Juan se bajó del león y se adentró en aquel
lugar prohibido el solo. El lugar era oscuro y muy aburrido. Juan tenía hambre
y sed. Caminó por una cueva durante tres horas y media. Las piernas le pesaban
y ya casi no había esperanza. Creía que iba a morir ahí y se plantea darse la
vuelta. Pero vio una pequeña luz y fue corriendo hacia ella. Pero de repente se
dio cuenta de que no había suelo. Estaba cayendo miles y miles de metros.
Alcanzaba tal velocidad que a veces ni podía respirar. Ahora lo comprendía:
¡Estaba llendo directo al núcleo!
Seguía
cayendo sin parar. Una vez miró hacia abajo y vio fuego. En tres segundos se
estampó contra un suelo lleno de llamas. Tenía el cuerpo ardiendo en llamas. Se
movía muy lentamente arrastrándose. En un momento vio algo. Alargó la mano para
tocarlo. Lo tocó. Pero ya estaba muy débil. En unos segundos cayó al suelo,
tocando aquel objeto que parecía una lanza muy larga. Cuando cayó al suelo,
murió. estaba muerto, tirado en el suelo.
CAPÍTULO 7
Juan abrió
los ojos. Se vio entre llamas y no comprendía ni lo que había pasado ni porqué
no estaba muerto. Pero lo comprendió en un instante:
Había
tocado la lanza que estaba en el núcleo. Eso le daba poder, por eso no había
muerto. Probablemente, con aquella lanza podría parar la guerra. Cogió la lanza
y escaló millones de metros. Cuando llegó arriba tuvo que atravesar una cueva y
cuando llegó arriba vio que era por la mañana. Contempló el amanecer. Se
encontró con su amigo león durmiendo tirado en el suelo. Juan se montó en el
león y fueron dirigidos al campo de batalla. Cuando llegaron, Juan se puso de
pie y levantó la mano que contenía la lanza. Todos se arrodillaron ante él,
incluido el león. Y preguntaron al unísono:
-¿Qué desea
amo?
-¡Que
paréis la guerra para siempre!
Todos
obedecieron sin rechistar. Tiraron sus lanzas al suelo he hicieron las paces.
Luego cada uno se fue a su mundo. Juan subió a la Tierra.
Cuando
tenía veinte años, volvió a ir a las Tierras Tropicales.
Allí se
encontró a muchos terrícolas y a muchos habitantes de las Tierras Tropicales.
Le dieron un traje y una corona.
Juan se
emocionó y se puso el traje. Acto seguido se puso de pie con los brazos
estirados hacia los lados con la lanza en una mano y gritó:
¡Soy el rey del mundo!
FIN