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miércoles, 1 de mayo de 2013

Leed con atención


LAS REGLAS DE LA SUPERVIVENCIA

CAPÍTULO 1
Estamos en Siria en el año 2013.
La historia que leeréis a continuación será la de un niño llamado Juan.
Una familia se mudó a Siria cuando nació Juan con el fin de pasar tranquilidad. Pero todos sabemos que empezaron las guerras, y eso es un gran . Esa familia se quiere ir de ahí, pero no pueden porque están situados en la zona más peligrosa y ni siquiera pueden salir de casa cuando quieren, lo hacen como una vez a la semana o para cosas muy importantes.
Con esto de las guerras Juan no aprende casi nada y cree cosas ilógicas, por ejemplo, cree que las pistolas disparan caramelos y entonces él quiere que le disparen. Por esta razón no le fue muy difícil explicarle a Juan que habían matado a su madre. Ocurrió hace unas horas; iba a llamar a una amiga siria para que la ayudara con los preparativos de la quinta fiesta de cumpleaños de Juan cuando vino un hombre por detrás y la mató de tres tiros. El padre de Juan lloró un buen rato aunque sabía que no podía hacer nada llorando, y cuando terminó de llorar se fue a hablar con Juan:
-Juan, han disparado a tu madre (dijo haciendo un brutal esfuerzo de contener las lágrimas).
-¡Qué morro!, yo también quiero que me disparen, me gustan los caramelos.
-Pero el caso es que no podrá venir a tu fiesta de cumpleaños.
-¿Por qué?
-Porque el caramelo era tan grande que tardará mucho en comer.
-Pues me voy a verla; a lo mejor me da un poco de su caramelo gigante.
-¡No, solo tienes 5 años recien cumplidos y...
De nada le sirvió al padre hablar, porque cuando se quiso dar cuenta ya se había ido. Pero Juan no sabía ni donde estaba su madre e iría a andar al azar y las probabilidades de que muriera serían muy altas. Así que el padre de Juan se puso en marcha a buscarlo.
Pero fue una tragedia más, por los nervios se metió donde no era y murió por dos disparos en la cabeza. Quizás le había pasado lo mismo al pequeño Juan, pero era algo muy difícil, y Juan no sabe cuales son las reglas de la supervivencia, y fuera morirá, pero su padre no podía hacer nada, porque estaba  muerto, ni su madre; los únicos parientes estaban en Madrid.
Juan no había muerto, estaba correteando por ahí y se adentró en un bosque. El bosque tenía un camino por donde Juan andaba. Anduvo mucho hasta que se encontró una flecha que indicaba a la derecha. Pero Juan no sabía leer, así que pensó que como la flecha indica hacia la derecha, cambió de dirección. Caminó muy poco, porque se encontró una valla que le impedía el paso. Pero a su izquierda descubrió un hueco oculto por donde apenas cabía él, no parecía que nadie hubiera pasado por ahí. Cuando entró se encontró unas cuantas plantas espinosas con las que se picó un poco, y después una cueva.

CAPÍTULO 2
La cueva no era muy oscura, por lo que Juan no tuvo su único miedo: la oscuridad. Se encontraba en una cueva que  era estrecha y baja, pero lo suficiente para que Juan pudiera pasar. Cuando Juan tenía sed podía beber de un pequeño riachuelo que tenía a su derecha. Camino descendiendo a paso ligero durante más o menos una hora y cuarto. Al fin salió se la cueva y se encontró en terreno llano a su alrededor y a continuación muchos árboles tropicales; estaba en una selva. Como en aquel día ya habían pasado muchas cosas Juan se tumbó al suelo y se durmió. Soñó lo que él creía que pasaba: que le pasaba. que todo esto era un juego que le habían regalado sus padres.
Juan se despertó con un rugido. Apareció un león, pero Juan no sabía lo que era un gritó:
¡Un perrito!
Como creía que el león era un perro se abalanzó sobre él y se montó encima del león. El león se movía bruscamente para intentar tirarlo, pero no lo conseguía, Juan creía que estaba en una atraccion de feria. Como el león ya no sabía qué hacer se puso a correr por la selva. Ya era de noche y Juan se durmió sentado en el lomo del león, pero no tuvo ningún sueño. Cuando se despertó estaba al lado del león. El león tenía mucha hambre y se quería comer al niño, pero un antílope lo salvó la vida. El león se abalanzó sobre el antílope y se lo comió. Luego Juan quiso imitar al león y empezó a comer del antílope los restos que quedaban. Parecía que el león lo quería como a su propio hijo. Quizás si que se sabía las reglas de la supervivencia, no como había pensado su padre antes de morir. Después se limpió la sangre del antílope que tenía en la cara con el agua del lago y se subió al león. Parecía que el león podía leer la mente, porque se levantó y se puso a andar, justo como quería Juan.
El león andaba a paso ligero por la selva. A veces Juan veía otros animales como serpientes, tarántulas o cosas así y alargaba la mano para tocarlas; pero el león se apartaba como si pudiera intuir lo que pasaría.
Se hizo de noche y el león se detuvo debajo de un árbol. Se durmieron Juan y el león en seguida.
A la mañana siguiente cuando Juan se despertó, ya estaba montado en el león y este estaba andando a paso ligero. Como Juan tenía hambre le dio una patada el el culo al león y éste paró. Justo donde pararon había un antílope muerto que parecía que se había chocado contra un árbol.  Comieron mucho los dos y reanudaron la marcha. Se pararon más adelante delante de un lago para beber agua. Después el león anduvo a paso ligero con Juan a su espalda otra vez hasta primeras horas de la tarde. Ya era más o menos la seis y media de la tarde cuando el  león se paró en frente de una casa de madera.

CAPÍTULO 3
La casa era grande para ser de madera y no parecía estar abandonada. En aquella casa tendría que vivir alguien muy ordenado. El león se tumbó en el suelo con un pequeño gruñido. Un señor salió por una gran puerta que había en la parte delantera de la casa y dijo:
¡Samson!, ¿Qué me has traído?, ¿un niño?. ¡Buen chico!, ¡y no te lo has comido!, ¡estoy muy orgulloso de ti!
-Eres una amiga de mamá?
-No, soy  habitante de las Tierras tropicales.
-¿Qué es eso?
-Si no lo sabes, ¿de dónde has venido?
Juan le contó a aquel habitante de las Tierras Tropicales lo que había pasado.
El señor que vivía en aquella casa lo acogió y Juan vivió allí durante años. Aprendió las costumbres de aquellas tierras y muchas más cosas. Supo que su madre y su padre estaban muertos, y que las pistolas no disparaban caramelos.
También supo que él vivía en un planeta llamado Tierra y que ahora estaba en el manto. Supo que los habitantes de las Tierras Tropicales habían hecho un truco para que los humanos de arriba no los descubrieran. Supo que no podía haber sido más valiente y que había jugado mucho con su vida. También descubrió que era el primer humano que había entrado en aquellas tierras. Pero todo eso no lo había descubierto él, porque se lo habían contado y además lo sabía mucha gente.
Lo que sí que había descubierto el  y no sabían ni los de esa tierra era que había un agujero en el mundo exterior que conectaba los dos mundos que estaban en un mismo planeta. También descubrió que su cielo era un mar que conectaba con el planeta Tierra. También les contó que los humanos no eran mitos.
Entre todos se formaron lecciones para todos.
Pero no podía entrar nadie en esa tierra sobre todo si no era el tipo de humano que vivía en ella.
Juan ya tenía diez años y a los veinte le iban a dar una misión a cerrar el agujero que conectaba aquellas tierras.
Pero todavía no tenía diez años,los cumplía mañana.
Como ya tenía todos los conocimientos de esas tierras, mañana en vez de celebrar un décimo aniversario, se haría una ceremonia para nombrar a un habitante de la tierra exterior oficialmente habitante  de las Tierras Tropicales.

CAPÍTULO 4
Juan se fue a una cama hecha a base de hojas donde se dormía fatal, pero no dijo al día siguiente como había dormido porque no quería quedar como un maleducado.
Estaba rodeado de gente vestido solo con una rara túnica. La gente miraba atentamente a Juan y él sentía vergüenza; y además le hubiera gustado llevar algo más de ropa. Aún que le habían enseñado el idioma que le iban hablar cuando se hiciera la ceremonia, Juan no entendió casi nada. Se tiró de pie horas esperando a que todo acabara mientras que miles de personas lo contemplaran.
De pronto se pronunciaron unas palabras en español:
Que ni se te ocurra bajo ningún concepto cruzar la llamada puerta Nucliodeilmol os tendrás una condena de muerte.  Con estas palabras se acabó la ceremonia y todos se fueron a dormir.
Mientras tanto en el mundo exterior:
Un hombre  encontró las huellas de un niño y las siguió. Llegó hasta un sitio donde ponía que estaba prohibido entrar bajo ningún concepto, pero las huellas seguían. La curiosidad pudo con él y se adentró para seguir las huellas. Esas huellas parecían que eran de hace años. Se encontró una valla y se tuvo que parar. Pero las huellas seguían hacia la derecha. Se dio cuenta que las huellas eran muy pequeñas, por lo que eran de un niño. Aquel señor era arqueólogo y por eso pudo saber que las huellas eran de hace unos cinco años. Pero en ese tiempo había una gran guerra y era imposible que un niño tan pequeño hubiera podido llegar hasta allí. Llamó a la policía que llegó en seguida. Inmediatamente se metieron por aquel agujero y entraron a una cueva. Los policías que bajaban por esa cueva eran expertos y estaban muy equipados. Andaron un buen rato hasta que salieron de la cueva. Tenían que tener linternas porque era por la noche. Al salir de la cueva era de noche y estaba lloviendo. Vieron unas huellas de n león. Las siguieron.  Llamaron al exterior y les contaron  que estaban divisando. Ni ellos se lo podían creer. Siguieron las huellas del león durante una bonita selva tropical. Se hizo de día y descansaron. Cuando se despertaron entraron muchos más agentes de policía a aquellas tierras hasta que los alcanzaron. Tenían coches. Con los coches se pusieron a avanzar por la selva. Perdieron las huellas del león. Estuvieron conduciendo por la selva sin saber a donde iban hasta que volvieron a encontrar más huellas de león, pero estas parecían muy recientes. Las siguieron hasta llegar a un gran león. El león se echó a correr. Mientras el león corría los de la policía lo perseguían. Hasta que dejaron de verlo. Pero todavía quedaban las huellas. Condujeron tras las huellas durante un buen rato.
El león llegó a una casa de madera jadeando estresado y salió un señor de la casa y le preguntó al león: -¿qué pasa?
De repente llegaron a la casa de madera todos los policías que habían seguido el rastro del león. Pararon los coches y se bajaron. El señor que vivía en la casa de madera los miró aterrorizado.
Mientras los soldados de la policía siguieron andando hacia él. El señor de la casa de madera mandó al león para atacar. Pero este se había dormido porque estaba muy cansado de todo lo que había corrido. El hombre caminó hacia atrás y se metió en la casa de madera. Mientras los policías seguían andando firmes en dirección hacia la casa.
Había silencio total. El león también se asustó un poco y decidió entrar a la casa por si acaso. El que vivía en la casa cerró la puerta con llave y todas las ventanas. Pensaba que los policías iban a ir corriendo a destruirla casa pero seguían andando a paso firme y lento hacia esa casa de madera tan peculiar en la que se hallaba dentro un hombre muy raro y un león. Siguieron andando lentamente hacia la casa. Ya habían llegado casi a la casa; estaban en frente. El policía que estaba más cerca de la puerta alargó una mano y pulsó el timbre que había en la casa. 

CAPÍTULO 5
La primera vez que llamaron a la puerta no abrió nadie. Entonces el señor de la casa de madera supo
que esos hombres venían con buenas intenciones, así que abrió la puerta. Se sospechaba ya en la cabeza de el señor que estaba en la casa de madera que la culpa de que aquellos hombres del exterior habían venido del exterior. El señor de la casa de madera reunió a todos los habitantes de las Tierras Tropicales junto a los policías. Ahí estaban todos. Creían que Juan los había traicionado. Discutieron durante horas y horas, cada vez estaban más furiosos con Juan y con ellos mismos. Cada vez discutían más, luego más, hasta que llegó un punto donde empezaron a usar la violencia. Juan intentaba parar todo el alboroto pero era en vano, así que se escondió detrás de un árbol. Cuando miraba de reojo vio que ya se empezaban a dar puñetazos. Un hombre cogió un flecha envenenada y se la lanzó a otro; un hombre cayó muerto al suelo. Cada vez eran más brutos. En el suelo empezaba a encontrarse sangre. Estuvieron peleándose hasta que morían, después seguían peleando más y más. Juan ya comprendía que los líquidos de color rojo que salían de las personas cuando una flecha penetraba en ellos no era salsa de fresa, sino sangre. Juan se escondió en un rincón y se puso a llorar. Estaba empezando una guerra; y era contra el. Un señor se salió del campo de batalla y se fue a donde estaba escondido Juan. Pero una flecha le atravesó dejándolo muerto delante de Juan. Unos cuantos hombres corrieron detrás de Juan para matarlo. Juan estaba tan asustado que no sabía qué hacer. Estaba corriendo lo más que podía con unos hombretones armados con puñales que le pisaban los talones. Juan se fue por el  camino contrario al que estaban y sacó ventaja a los hombres que lo perseguían. Después se escondió en unos arbustos con fin de que no lo encontraran y lo mataran. Los hombres armados con puñales estuvieron buscando durante un buen rato, pero a la hora se cansaron y se volvieron al campo de batalla. Juan permaneció un poco más de tiempo escondido hasta que se fue sigilosamente al campo de batalla. Ahí observaba como todo el panorama seguía igual. Sentía dolor en los ojos de ver tanto sufrimiento. Estaba aterrorizado. El solo era un niño, y no podía hacer nada para parar una guerra entre dos mundos. Para estos casos, a veces se preguntaba una cosa:
¿Cómo es que recordaba lo que le decía su padre cuando sólo tenía diez años?. Su padre le decía que de mayor seguramente que tendría que usar las reglas de la supervivencia, pero no sabía  que se refería.
Siguió contemplando como la guerra era cada vez más sangrienta y mortal. Seguía escondiéndose como cada vez la guerra se hacía más dolorosa, a veces, cuando se levantaba un momento para mirar de reojo, alguna flecha se le clavaba en un brazo. Se llevó las manos a sus piernas y brazos, descubrió sangre. Se quitó con su propia mano todas las flechas que tenia clavas:
Dos en el brazo derecho, una en el brazo izquierdo, una en la pierna derecha y una en la pierna izquierda.
No podía ya ni mirar, sólo oía gritos y más gritos. A veces, también escuchaba ruidos de como estrangulaban a alguien. Muy pocas veces saltaban gotitas de sangre sobre él.Cuando se cambia de escondite, Juan iba a rastras, si no moriría. Juan llegó hasta detrás de un tronco donde había un charco. Se mojó las heridas que le habían hecho las flechas y pensó:
-Por lo menos estoy vivo.
Pero se dio cuenta de un de un detalle:
Las flechas estaban envenenadas, así que moriría en menos de un día.
Como le entró sed, bebió un poco de agua del charco que había detrás del tronco. Después miró asomando la cabeza por el tronco cruzando los dedos con una mínima esperanza de que todo hubiera acabado; pero el desastre sólo aumentaba. Después pellizcó su cara por si todo era un sueño. Pero no lo era. Volvió a asomarse por el tronco y seguía viendo sangre por todos lados. Entonces se preguntó qué sentido tenía ahora vivir. Un hombre lo vio asomarse, pero un flechazo lo atravesó por detrás. El estaba tumbado detrás del tronco preguntándose cuánto tiempo más sobreviviría. Seguía detrás del tronco inmóvil muy tenso, pero se empezaba ya a aburrir. Al poco rato vio detrás de él una tarántula. Se dio tal susto que dio un brinco y quedó de pie. En ese momento ya sabía que había llegado su hora. Estaba expuesto a un montón de personas que lo querían matar.

CAPÍTULO 6
Una flecha se clavó justo en el ombligo de Juan, y esta cayó al suelo. Una gotita de sangre bajó por su tripa. Juan sabía que no le quedaban más que minutos de vida. Pero una rara teoría se pasó por su cabeza:
¿Y si la vida le podía dar otra oportunidad de vivir?
En ese instante dejó de sentir dolor y se sintió más fuerte que nunca. Se quitó la camiseta y se envolvió la herida con la hoja de un árbol. Se fue corriendo alejándose de la guerra. Le daba exactamente igual que algunas flechas se clavaron en sus brazos. Se fue corriendo hasta que se encontró a Samson, el león que había visto nada más entrar en las Tierras Tropicales. En aquel momento entendía que ese león estaba allí para algo, y sabía que tenía que ayudar a Juan. Juan se montó encima del león. No hizo falta preguntar a donde íbamos a ir, porque los dos sabíamos que la respuesta era aquel lugar tan prohibido llamado Nucliodeilmol. Samson corrió a toda velocidad hasta llegar a un sitio donde ponía Nucliodeilmol. Juan se bajó del león y se adentró en aquel lugar prohibido el solo. El lugar era oscuro y muy aburrido. Juan tenía hambre y sed. Caminó por una cueva durante tres horas y media. Las piernas le pesaban y ya casi no había esperanza. Creía que iba a morir ahí y se plantea darse la vuelta. Pero vio una pequeña luz y fue corriendo hacia ella. Pero de repente se dio cuenta de que no había suelo. Estaba cayendo miles y miles de metros. Alcanzaba tal velocidad que a veces ni podía respirar. Ahora lo comprendía: ¡Estaba llendo directo al núcleo!
Seguía cayendo sin parar. Una vez miró hacia abajo y vio fuego. En tres segundos se estampó contra un suelo lleno de llamas. Tenía el cuerpo ardiendo en llamas. Se movía muy lentamente arrastrándose. En un momento vio algo. Alargó la mano para tocarlo. Lo tocó. Pero ya estaba muy débil. En unos segundos cayó al suelo, tocando aquel objeto que parecía una lanza muy larga. Cuando cayó al suelo, murió. estaba muerto, tirado en el suelo.

CAPÍTULO 7
Juan abrió los ojos. Se vio entre llamas y no comprendía ni lo que había pasado ni porqué no estaba muerto. Pero lo comprendió en un instante:
Había tocado la lanza que estaba en el núcleo. Eso le daba poder, por eso no había muerto. Probablemente, con aquella lanza podría parar la guerra. Cogió la lanza y escaló millones de metros. Cuando llegó arriba tuvo que atravesar una cueva y cuando llegó arriba vio que era por la mañana. Contempló el amanecer. Se encontró con su amigo león durmiendo tirado en el suelo. Juan se montó en el león y fueron dirigidos al campo de batalla. Cuando llegaron, Juan se puso de pie y levantó la mano que contenía la lanza. Todos se arrodillaron ante él, incluido el león. Y preguntaron al unísono:
-¿Qué desea amo?
-¡Que paréis la guerra para siempre!
Todos obedecieron sin rechistar. Tiraron sus lanzas al suelo he hicieron las paces. Luego cada uno se fue a su mundo. Juan subió a la Tierra.
Cuando tenía veinte años, volvió a ir a las Tierras Tropicales.
Allí se encontró a muchos terrícolas y a muchos habitantes de las Tierras Tropicales. Le dieron un traje y una corona.
Juan se emocionó y se puso el traje. Acto seguido se puso de pie con los brazos estirados hacia los lados con la lanza en una mano y gritó:
                                                    ¡Soy el rey del mundo!

FIN